El organillo (instrumento) llegó a México desde Alemania como regalo para el Presidente Porfirio Díaz. Por lo que los organilleros llevan más de 130 años ejerciendo el oficio hasta convertirse en una figura tradicional de las calles de la Ciudad de México.
El cilindro, u organillo, es de madera y llegan a pesar hasta 50 kilos. Su nombre se debe al mecanismo que le permite crear melodías que consiste en un rodillo de madera con incrustaciones de metal que funciona como partitura al mover la manivela.
Durante la época de la Revolución, los organilleros dejaron de tocar valses europeos y empezaron a tocar Adelita, Cielito lindo entre otras melodías populares, así como lo hacen hasta el día de hoy, vestidos en su uniforme beige y sombrero estilo quepí color negro.
Tradicionalmente, los organilleros tenían unos pequeños monos entrenados que pedían la cooperación monetaria a los espectadores. Actualmente, por cada organillo trabajan dos personas, el “limosnero” encargado de recolectar el dinero y el “burrito” quien toca y carga el pesado instrumento.
El oficio de organillero ha pasado de generación en generación hasta lograr asentarse como tradición y b de México, y para amenizar nuestras caminatas por el centro de la capital. ¡Respetemos nuestras bonitas tradiciones!