Una plaza colorida llena de arcos, con pinos y palmeras y resguardada por el Cerro Cabezón, llegamos a Tlatlauquitepec, un pueblo mágico poblano para pasear un rato, comer algo delicioso e incluso practicar deportes extremos.
Tlatlauquitepec viene del náhuatl y significa algo así como cerro coloreado de rojo, o cerro que arde, y hace referencia al Cerro Cabezón, un monolito de piedra caliza con varias cuevas, en una de ellas, la de Olinteutli, se encontraron restos óseos, navajas de obsidiana y otros objetos relacionados con la cultura tolteca, grupo que habitó estas regiones.
En su plaza principal hay una gran variedad de árboles y flores y desde épocas prehispánicas es sede del tianguis artesanal, que se pone cada domingo para ofrecer productos regionales y artesanales.
En este pueblo mágico puedes degustar vinos de diferentes sabores, como higo, vainilla y jerez y el yolixpa, un licor de hierbas que es típico de la sierra de Puebla. Para comer, los tlayoyos serranos son la especialidad: unos tlacoyos rellenos de alverjón, que es un tipo de chícharo, hoja de aguacate y chile manzano.
Y si lo tuyo es la aventura, la Ruta Aventura Tepanzol es un recorrido con rappel y senderismo que te lleva hasta la cascada de Puxtla. También puedes ir a la Presa de la Soledad y la Cascada del Tenaxate, donde podrás explorar la serranía poblana.