Si vas a Durango vas a ver alacranes por todos lados: llaveros, paletas, hebillas de cinturón, relojes e imanes para tu refri, y es que hay tantos que los duranguenses ya aprendieron a cohabitar con ellos.
En realidad Durango no es el estado con más alacranes ni más picaduras, de hecho el Bajío está en el número uno, pero en Durango hay siete especies y entre ellas habita la segunda especie más venenosa del país, después del alacrán de Nayarit, que se ha convertido en un ícono de la región.
El alacrán ya es parte de la rutina de los duranguenses: sacudir la cama antes de acostarse, revisar zapatos y ropa antes de usarlos, pintar las paredes de blanco para identificarlos rápidamente, todas estas acciones las saben desde los más pequeños e incluso hay gente que los atrapa y les corta el aguijón para jugar con ellos.
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