El Ángel de la Independencia en la Ciudad de México ha sido un punto de reunión para celebraciones, protestas y marchas, ha visto las buenas y las malas noticias del pueblo mexicano y ahí sigue, erguida en una de las principales rotondas de la urbe.
Este emblema de la capital fue inaugurado en 1910 para conmemorar el centenario de la Independencia. Mide 45 metros desde su base y la columna está adornada en su tope por la Victoria Alada, así que en realidad no es un ángel.
Fue nuestro propio dictador, Porfirio Díaz, quien mandó construir este emblema en 1900 con el arquitecto Antonio Rivas Mercado, quien tomó de referencia la Columna Trajana y Antonina, en Roma y el Vendome de París. Para 1902 fue Díaz quien puso la primera piedra, Enrique Alciati fue el encargado de la parte escultórica y el Ing. Roberto Gayol quien se encargó de la obra civil.
Pero no todo fue acorde a lo planeado, en mayo de 1906 el monumento empezó a inclinarse debido al suelo y la mala cimentación, así que se demolió la base y tuvieron que volverlo a empezar (el flojo trabaja doble, diría mi mamá) y no fue sino hasta el 16 de septiembre de 1910 que se inauguró.
En 1957 nuestra Victoria Alada sufrió otro pequeño accidente: un sismo la tiró de su pedestal, así que tuvo que ser restaurada y aprovechando su renovación de look, también fue bañada en oro de 23 kilates.
Hoy en día esta diosa sigue vigilando la ciudad y además resguarda los restos de los “próceres de la patria”.