Con casitas blancas y techos de teja Taxco te recibe. Este pueblo mágico en las faldas de las montañas de Guerrero te platica de historia desde su arquitectura colonial y calles empedradas.

Taxco significa “juego de pelota” y en un principio la localidad que ahora se conoce como Taxco el viejo, estaba habitada por nahuas que llegaron desde el Estado de México y se conocen como matlazincas, chontales y tlahuicas. Antiguamente a la población se le llamó también Tetelcingo y era una de las siete cabeceras tributarias del imperio mexica.

En 1521 los españoles estaban en busca de estaño para hacer cañones pero lo que encontraron fue plata. Nada tontos, empezaron a edificar una ciudad ahí y en 1528 ya había un campo minero; para 1570 ya formaba parte de Real Minas de Taxco, la zona minera más importante de la época.

Fue en esos tiempos cuando los invasores construyeron el legado de hermosos edificios y templos que ahora podemos ver en el Centro Histórico y que le dieron el nombramiento de Zona de Monumentos Históricos a esta parte de Taxco. La plaza principal es la Plaza Borda y desde ahí puedes caminar para encontrarte con la iglesia más importante de la ciudad, el templo de Santa Prisca y San Sebastián o pasearte en una de las carretas por las calles empedradas.

También puedes tener la mejor vista si subes al teleférico y no puedes dejar de probar la comida local. Entre sus especialidades están los tamales de iguana y los jumiles, insectos que recolectan en el Cerro del Huixteco y que preparan fritos o con algunos guisados..

Además de su arquitectura, Taxco también tiene maravillas naturales a sus alrededores como las Pozas Azules de Atzala, las Cascadas de Cacalotenango, las Grutas de Cacahuamilpa y el Cerro del Huixteco, por si quieres explorar más allá.