En el panteón azteca encontramos muchas deidades que ayudaban en la vida diaria a nuestros antepasados precolombinos y uno de los más importante fue el colibrí zurdo, Huitzilopochtli, dios solar de la guerra.

Según la mitología mexica, fue Huitzilopochtli el que llevó a los aztecas hasta el lugar con un águila parada en un nopal y les ordenó la fundación de México-Tenochtitlan. Además, era en su nombre en el que se hacían la mayoría de los sacrificios y guerras floridas. El Templo Mayor en la Ciudad de México estaba dedicado en su parte sur a Huitzilopochtli y en la norte a Tláloc y era el centro de la vida religiosa mexica.

La leyenda de su nacimiento es de las más populares de nuestra historia y dice así:

Coatlicue estaba barriendo cuando se encontró una pluma que guardó. Pero cuál fue su sorpresa cuando quedó embarazada. Coyolxauqui, hija de Coatlicue y diosa de la Luna, quedó muy indignada por este hecho y convenció a sus 400 hermanos de matar a su mamá. Cuando la comitiva se acercaba, Huitzilopochtli nació completamente armado y ataviado, venciendo a los hermanos y cortándole la cabeza a Coyolxauhqui y dejándola caer desmembrada por un barranco.

El nacimiento de Huitzilopochtli era una de las fiestas más grandes en México-Tenochtitlan: Panquetzaliztli.  Esta fiesta se celebraba el último día del quinceavo mes del calendario, que equivale al 19 o 18 de diciembre y hasta se rompían ollas de barro con ofrendas (¿te suena a algo?).

Pero cuando nos invadieron los españoles, empezaron a difamar esta figura, representándolo como un demonio medieval. En su afán por eliminar todo lo relacionado con la cultura mexica incluso intentaron erradicar el amaranto, que se mezclaba con miel para hacer figuras alusivas a Huitzilopochtli; se penaba con la muerte su cultivo y consumo.