Ah, la Navidad, ese olor a ponche y pino en casa de tu abuelita… espera, ¿el arbolito no es mexicano? What?! No, y no hace tanto que la tradición llegó al país.
Esta costumbre nació con los vikingos, quienes celebraban el nacimiento de Frey adornando un árbol que simbolizaba el Universo llamado Yggdrasil.
El cumple del dios del Sol casualmente caía cerca de Navidad y como es costumbre cristiana, estos tomaron como referencia las culturas “paganas” para evangelizarles. Esta tradición evolucionó y los alemanes empezaron a adornar pinos con velas y manzanas (¡luces y esferas!).
Ya sabemos que los cristianos de antaño eran buenos cuenteros, así que el arbolito navideño también tiene su simbología, te la cuento rapidito:
– Las esferas, que en su principio fueron manzanas, representan el pecado original (uy)
– Las luces, que eran velas, la luz de Jesús
– La estrella de la punta es la estrella de Belén, que nos guía en la vida del buen cristiano
– El pino, con su forma triangular, representa a la Santísima Trinidad
Aquí en México, los primeros en tener un arbolito de Navidad fueron nuestros propios reyes: Carlota y Maximiliano, en 1984 pasaron su primera Navidad mexicana en el Castillo de Chapultepec y obvio pusieron el árbol más chidote.
Claro que la crema y nata mexicana quiso también poner un árbol bien chido en su casa, pero la tradición se olvidó por unos años a la caída imperial y no fue sino hasta 1878 que el Gral. Miguel Negrete, quien había viajado por Estados Unidos, puso su propio arbolito y revivió la tradición.
Y es desde entonces que estos árboles decoran cada casa de abuelita, tía, centro comercial y plaza del país.