Antes de ser una ciudad como tal, Santa Rosalía empezó como la Misión de Santa Rosalía, unos 50 kilómetros al sur de la actual ciudad. Fundada en 1705 por los jesuitas, la misión sigue en pie y forma parte del Camino Real de California, o la Ruta de las Misiones, que corre a lo largo de toda la Baja.
En 1885 la compañía minera francesa El Boleo obtuvo un permiso para explotar las minas de cobre de la zona, con la condición que construyera un puerto, una ciudad y la infraestructura necesaria, además de emplear a mexicanos. Así fue como nació Santa Rosalía y el Distrito Minero Santa Águeda.
La compañía El Boleo se instaló y construyó oficinas, casas, escuelas e iglesias, todo al estilo francés. De hecho, la Iglesia de Santa Bárbara fue construida por Gustave Eiffel (sí, el de la Torre Eiffel) para una exhibición y después desarmada y transportada a Santa Rosalía para ser instalada.
Las construcciones prevalecieron y hasta la fecha la ciudad está vestida de edificios y casas coloniales; lo que fueran las oficinas administrativas de la mina ahora es el Museo El Boleo y el Hotel Francés sigue en funcionamiento, al igual que las panaderías El Bachicha y El Boleo, en donde el pan es famoso por ser elaborado en horno de piedra con una receta francesa.
Debido a las actividades mineras, Santa Rosalía fue la segunda ciudad, después de la Ciudad de México, en contar con energía eléctrica en el país. Para 1890 ya había rutas marítimas y terrestres saliendo de esta área y en 1900 se instalaron 43 teléfonos, que para esa época ya era un súper avance.
Hoy en día Santa Rosalía es un encantador pueblito que conserva la arquitectura francesa en medio de la Baja que te ofrece tranquilidad y muchas oportunidades fotográficas en sus estrechas calles. Y si quieres refrescarte en el Mar de Cortés y ya que andas por allá, cerca de ahí está la Bahía Concepción, una de las bahías más hermosas de la zona.