El silbido de los camoteros es inconfundible. Al escuchar ese sonido sabemos que podremos saciar nuestro antojo de algo dulce. Estos personajes venden camotes cocidos y bien calientitos preparados con azúcar, canela y lechera.
Sus carritos son otro tema. Están elaborados de lámina galvanizada y pesan entre 100 y 150 kilos. En el interior tienen un horno de leña donde se va cociendo el camote y un tubo donde sale el vapor y que, a su vez, genera su característico silbido.
El pueblo San Lorenzo Malacota, Estado de México, es el origen de más de 400 camoteros. El 20% de la población se dedica a la venta de camotes, oficio tradicional que pasa de generación en generación.
Los camoteros salen varias veces al año a distintos estados de la república para vender esta tradicional fruta. Y regresan con sus ganancias a vivir tranquilamente un buen tiempo en su pueblo.
Cada 13 de agosto celebran una misa especial en la Parroquia de San Lorenzo para bendecir sus carritos los cuales llevan adornados. Además, agradecen por las ventas y que aún pueden seguir viviendo de este honorable trabajo.
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