El pozole, su sabor y sus historias

Platillo prehispánico

¿Qué decir del pozole? Mejor dicho ¡que NO decir! Este platillo es uno de los más ricos y representativos de la gastronomía mexicana. En las fiestas familiares nunca falta, y no solo eso, muchos de nosotros hasta lo utilizamos como antídoto para curar la resaca. ¿A poco no?

Para los que no tengan el honor de conocerlo, el pozole es un caldo preparado con chile, maíz, carne de cerdo y verduras. Los ingredientes que acompañan el platillo varían un poco dependiendo la región en que se prepara pero los que no fallan u “originales”, por decirlo de alguna forma, son la lechuga, rábano, orégano y limón.

 

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En la actualidad ya hay hasta pozole vegetariano, verde, blanco y los que faltan. Por cierto, la palabra Pozole viene de Pozolli que en Náhuatl significa ‘espuma’, ya que los granos de maíz con los que se prepara originalmente, el cacahuazintle, cuando se coce hace mucha espuma.

La historia cuenta que en la era prehispánica, el pozole contenía carne humana y que el emperador Moctezuma, como ofrenda al dios Xipe Tótec, disfrutaba de un platillo de este rico caldo con el muslo de algún guerrero sacrificado. Pero con la llegada de los españoles estas mañas salvajes de canibalismo desaparecieron.

Otra de las leyendas del pozole, es que en tiempos antiguos, contrastando a lo que sucede hoy, este platillo era servido más en los funerales que en las festividades. ¿Qué loco no? En fin, ya sea Chana o Juana, hoy en día es un platillo que sigue ganándose nuestro corazón en los mercados municipales, tianguis y las fiestas de cumpleaños, y hasta quince años y bodas.

¿Se te antojó? ¡A nosotros sí!